
FALDAS AL VIENTO
Fotografiarlas fue una danza paralela. Ellas giraban con sus faldas y encajes, y yo, de espaldas y en cuclillas, avanzaba a su ritmo. Cargando una mochila con cinco lentes que me pesaban como una cruz, metía la cámara a tientas bajo el vuelo de sus polleras. Toda esta serie la tomé sin ver, sin mirar por el visor, solo con el pulso y la intuición.
Ellas me envolvían con sus faldas como olas; me pateaban creyendo que yo perseguía su intimidad; el público me insultaba. Nadie comprendió lo que yo buscaba: la geometría del color contra el cielo, la furia del movimiento, el misterio que se esconde en la frontera entre cuerpo y aire.
Así nacieron estas imágenes: entre empujones, insultos, tropiezos y caídas, pero también con la certeza de haber atrapado la vibración sagrada de la Fiesta de la Candelaria, en el corazón altiplánico del Perú.







